lunes, 20 de junio de 2011

Buenas Practicas en Salud Laboral

La escasez de evidencias en el ámbito de la salud y seguridad sobre efectividad de las intervenciones no puede justificar la inactividad o el conformismo respecto a la calidad profesional. Más bien, al contrario, plantea un auténtico reto en el sentido de tratar de elaborar marcos conceptuales coherentes y diseñar, de acuerdo con ellos, estrategias capaces de verificar la efectividad de las actuaciones preventivas.
Se introduce, así, el concepto de “buenas prácticas” entendidas como aquellas formas de actuación innovadoras que aportan mejoras relevantes en términos de eficiencia (optimización de resultados) o de pertinencia (adecuación a fines) y que son susceptibles de ser transferidas a un ámbito general.Entre las condiciones de buena práctica se citan la evidencia de éxito demostrada, la replicabilidad, la adecuación a los grandes objetivos de una organización, la innovación, la sostenibilidad, la ética y el coste-efectividad. 
En todo caso, se supone que las buenas prácticas aportan las mejores soluciones que superan las ya existentes. Sin embargo, no es fácil decidir qué es lo mejor. Los criterios de buenas prácticas pueden cambiar con el tiempo en la medida que aparecen nuevas evidencias o surgen nuevas posibilidades y también varían de un sitio a otro dependiendo de la disponibilidad de recursos e infraestructuras. Por otra parte, distintos actores pueden tener a su vez criterios diferentes sobre qué es lo mejor en función de sus respectivas posiciones e intereses.
Se ha dicho que la mejor manera de definir buenas prácticas es a base de leer, observar y hablar, es decir, revisar las evidencias existentes en la literatura científica sobre qué es lo que funciona (leer), recopilar buenos ejemplos de experiencias de intervención exitosas (observar) y consensuar con criterio experto propuestas estratégicas coherentes  con los objetivos de intervención (hablar). 
Las buenas prácticas deben basarse en la investigación científica, en la experiencia colectiva y el buen juicio de los posibles destinatarios en sentido amplio, así como en una  visión de futuro sobre necesidades. La implicación de los profesionales en todo el proceso de definición de buenas prácticas es una garantía, en todo caso, de su posterior aplicabilidad .
Aplicado a organizaciones, disponer de criterios explícitos y compartidos de buena práctica presenta una serie de ventajas  mejora la calidad global del servicio, mejora las actividades concretas y el funcionamiento de los equipos, evita duplicidades de esfuerzos, minimiza el tener que rehacer trabajos por haber utilizado métodos de baja calidad y, por último, incrementa la productividad y la eficiencia reduciendo costes. La definición de criterios de buena práctica profesional favorece en general el aprendizaje colectivo y facilita la identificación y el rechazo de las “malas prácticas”.
Investigadores holandeses han propuesto como definición de buena práctica en salud laboral aquella que realiza aportaciones significativas a la empresa en tres aspectos: “materiales y métodos de trabajo seguros, educación a los trabajadores para que reconozcan los riesgos y se protejan, y capacitación a los directivos para que asuman su responsabilidad”. Así mismo señalan como principales indicadores de resultados de buenas prácticas los de reducción de exposición a riesgos y de incidencia de daños, así como los de motivación de empresarios y trabajadores.
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Instituto Nacional de Higiene y Seguridad de España

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